jueves, 9 de agosto de 2012


Recien descubro la remolacha. Sí, a los 28 años cociné por primera vez con remolacha. La pura verdad es que probé este maravilloso tuberculo hace apenas tres meses. Una amiga me hizo una ensalada que lo contenía. -"Yo nunca he pobado eso" le dije. Convencida que a pesar de su hermoso color vino sabría horrible. Mi amiga, que no podía creer que nunca la hubiese comido, siedo yo vegetariana. Eventualmente me convenció de probarla.  
Agarré un poco de la ensalada con mi tenedor. Lo acerqué a mi. Lo miré unos segundos pensando en porque tenía que estarme sucedieno esto. Decidí hecharlo en mi boca y salir de esto de una vez por todas. Preparé mi paladar. Lo tensé como cuando hay que tomar un jarabe com sabor muy fuerte. Llevé hasta mi boca el tenedor, saturado de la tinta purpura que iba soltando la remolacha.  Lo mastiqué. 
Seguí masticando una y otra vez hasta que mi paladar se fue soltando. Comenzé a disfrutar el alimento. ¡No podía ser! Toda la vida me había estado perdiendo esto. La remolacha era deliciosa. Además de tener el mejor color que pueda tener un alimento, era sabrosa. 
Acudí al gurú del conocimiento del siglo XXI, google. Busqué que podía hacer para mi la remolacha. Descubrí que tiene hierro, potasio, ácido fólico, fibra, vitamina C y D. Era un alimento mágico que me había estado perdiendo por culpa de un "salad bar" al que fui cuando era chiquita donde escuche a un señor hablando del estado de putrefacción de unas remolachas. Eso fue lo que detonó el asco que les había tenido hasta ahora. Aquel comentario me había privado de la planta de la salvación. Quizas estaba exagerando. Tengo tendencias a la hiporbole. 
Olvidé rapidamente las remolachas, sus beneficios y el tema en general. Hasta que hace una semana, cuando estaba en el supermercado, allí estaban. Se veían lindas. Parecían rábanos gigantes. Yo llevaba algunos días con dolores estomacales. Recordé las maravila sque había leído y decidí comprarlas. 
Esta semana cociné por primera vez en mi vida remolachas. Creo que es mi nuevo alimento favorito. Además de su sabor y versatilidad, le ha agregado un nuevo color al plato. 


Aca dejo unas recetas:

Ingredientes para 1 litro de gazpacho

  • 1 kg de tomates maduros, 50 gr de remolacha cocida, 25 gr de pan duro, 10 gr de pimiento verde, 15 gr de cebolla, 50 ml de aceite de oliva virgen extra, 10 ml de vinagre de Jerez, sal y de guarnición queso de burgos y cebollino picado.

Preparación del gazpacho de remolacha

Limpiamos los tomates, los partimos por la mitad y los despepitamos. Vamos guardando el líquido que sale junto con las pepitas en un bol para utilizarlo más tarde.

A parte partimos el pan en trozos y lo dejamos a remojo en el aceite de oliva virgen extra y el cinagre de jerez
.
En una batidora metemos los tomates, la remolacha, el pan a remojo con el aceite y el vinagre, la cebolla y el pimiento verde y lo trituramos añadiendo el jugo de los tomates filtrado para eliminar las pepitas y si hiciese falta para dejarlo a punto un poco de agua mineral.

Pasamos la sopa fría por un chino para eliminar esos grumillos innecesarios de la piel de tomate y el pan y ponemos al punto de sal.

(receta de www.directoalpaladar.com)

Bici con Verso


... a

"A" es la terminación de género femenino de palabras en el Español.
Este video lo hize como ejercicio para un taller de "Found Footage". Las imagenes recontextualizadas pueden cobrar significados nuevos. Sonido, luz, movimiento.
Fui al parque en donde estaba estos animales blancos. Me llamaron la atención primero por su majestuoso color impecable. Luego por su habilidad para flotar tranquilamente por el agua. Aveces quisiera poder flotar así por los dias. No tener preocupaciones. Poder simplemente flotar. Quisiera que pudieran flotar los otros también, que todos pudiesemos vivir como estos patos en el estanque. Bailar unos con los otros sin tener que chocar, y si acaso chocasemoss que fuese un acto de belleza.

Pero soñar no cuesta nada.  


Cinco Amigas y Calle Adoquinada


Encuentro Casual...


      Y después nos fuimos a cenar...

Yo Nunca Fui Bailarina de Ballet


Debo haber tenido como siete u ocho años cuando me pusieron en clases de Ballet. Mis hermanas ya estaban tomando clases hacía un tiempo. Ahora me tocaba a mi el tutú. Estaba bastante emocionada, aunque, no sabía mucho de lo que iba la clase. 
En fin, tenía siete u ocho años. (Y aclaro que esta historia la cuento como la recuerdo yo. Cualquier desvío de los sucesos reales es sólo efecto de la memoria. ) 
Llego a la clase. Es mi primer día. Deben haber habido como veinte nenas más. Es un salón enorme. Todas tienen sus falditas rosadas, donitas en el pelo y por supuesto zapatillas. Yo tengo el leotardo y la falda que tomé prestados de mi hermana. Pero, como aún mi mamá no sabía si me gustaría eso del baile, decidió que no me compraría las zapatiillas hasta después. Al principio no me importó. Ni siquiera me di cuenta. Pero en algún punto me empezó a molestar que yo era la única bailando en medias. Además, se hacía un poco difícil porque resbalaban demasiado en el piso ultra liso del salón. 
Comenzamos con estiramientos. -Abran las piernas, toquense un pie. Toquense el otro. Ahora los dos a la vez. Brazos arriba. Sientense. Estiramiento de mariposa. Luego contianuamos con las poses base. Primera, segunda, tercera. Estas ya yo las sabía porque mi hermana mayor nos hacía hacerlas con ella cuando jugaba a ser nuestra maestra. 
Casi terminando nos mandaron a hacer la mejor parte. Baile libre.  Había que bailar como quisieramos, simplemente mover el cuerpo.  Yo me moví tal como lo hacía frente al espejo de mi cuarto. La cabeza de atras hacia delante. Rodillas dobladas, espalda hacia atrás, y saltos que probablemente deshicieron la donita que llavaba en el pelo.  Todo iba relativamente bien hasta este punto. Me estaba divirtiendo. 
Ahora sólo quedaba lo último. Teniamos que darle varias vueltas al salón, todas una detrás de la otra dando saltos hacia delante. Comenzamos. Estaba contenta hasta que pasó lo que no había prevenido. ¡PUM! Caí al piso como una guanabana. Las demás niñas me pasaron por el lado saltando con sus falditas flotando con tanta gracia. Yo me quede mirando a mi  alrededor abochornada. Las medias me habían hecho resbalar. 
Después de eso nos fuimos. Volví a las clases el próximo día que tocaba. Ese día entre un poco insegura. Comenzamos a hacer lo mismo que la otra vez, pero no se sentía igual. Le dije a la profesora, a mitad de clase, que no quería segir porque hacía mucho calor. Me quedé sentada el resto de la clase. Como quiera tuve que hacer el último ejercicio de saltar alrededor del salón. Esta vez no me caí, pero no quede convencida de que el ballet era para mi.
La tercera clase dije que tenía calor desde el principio. Esta vez me quede sentada todo el tiempo. Ni siquera hize los saltos del final. No me volvieron a llevar las clases de Ballet. Así teminó mi corta carrera como bailarina. No duró mucho, pero la recuerdo. Quisiera haber bailado. Quisiera que no me hubiese abochornado el caerme. Probablemente ninguna de las otras niñas se recuerda de aquella que se cayó en su primer día. En cambio yo, decidí que ese era el fin de mis días bailando. Que tonta he sido aveces.